jueves, 18 de junio de 2015

Experiencias con el Aprendizaje Cooperativo #ABPmooc_INTEF

A lo largo de mi etapa escolar y durante mi primera carrera universitaria realicé numerosos trabajos de grupo, sin embargo, no considero que fuera realmente aprendizaje cooperativo. 
No recuerdo que me enseñaran a trabajar en grupo o que se hablara de habilidades sociales (puede que sea mala memoria). Simplemente nos colocaban en grupo y nos asignaban una tarea. Y normalmente la distribución de los grupos seguía un criterio de juntar a los "malotes" con los alumnos más buenos, a ver si estos últimos ejercían una influencia beneficiosa en los anteriores...lo cual jamás ocurrió. En lugar de eso solíamos ser los buenos (sí, yo siempre me porté muy bien en clase) los que acabábamos haciendo todo el trabajo, deseando acabar cuanto antes y que los compañeros nos molestaran lo menos posible.

No obstante, sí que hubo algunos compañeros, sobre todo en bachillerato y en la universidad, con los que no tuve ningún problema. Aunque tampoco puede denominarse a aquello como aprendizaje cooperativo, puesto que cada uno se ocupaba exclusivamente de una parte del trabajo y luego se juntaban todas, sin apenas revisar que existiera una continuidad.

En el Máster de Formación del Profesorado para ESO y Bachillerato fue cuando realmente me dieron a conocer el Aprendizaje Cooperativo. La profesora Leonor Prieto Navarro impartió su asignatura mediante distintas técnicas cooperativas y he de decir que aprendí mucho más que en otras asignaturas al mismo tiempo que disfruté del trabajo. 
Entre otros recursos, aprendí el método del Rompecabezas, en la que, en resumen, a cada miembro del grupo se le asigna parte de un tema. Del equipo inicial se pasa a grupos de expertos en los que se juntan los alumnos que tienen la misma parte para poner en común lo que entienden del texto, resolver entre ellos las posibles dudas que puedan tener y analizar la información. Posteriormente, una vez que se domina el contenido, los estudiantes vuelven a los grupos iniciales y deben explicar a sus compañeros su parte, de forma que, al finalizar la actividad, todos deben haber adquirido conocimientos sobre el tema completo.

Durante las prácticas del Máster tuve la ocasión de colaborar en la realización de unos trabajos de grupo que estaban realizando las alumnas de 1º de Bachillerato para la asignatura de Historia Contemporánea. Mi labor consistió en seleccionar las fuentes a partir de las cuales las alumnas deberían trabajar, supervisar su visita al aula de informática y evaluar las presentaciones finales. De esta forma pude comprobar que, nuevamente, no estaban realizando trabajo cooperativo, puesto que cada alumna se preparó su parte. En lo que si colaboraron fue en la preparación de la presentación por lo que, las que prestaron atención a sus compañeras durante los ensayos sí que llegaron a aprenderse todas las partes. Habría hecho falta una preparación previa en habilidades sociales y la implementación de una forma de evaluar que requiriera la escucha activa de todas las intervenciones, puesto que no todas atendieron a todos los grupos y se perdió una oportunidad para aprender contenido muy interesante (las exposiciones eran sobre Arte).

En la unidad didáctica que tuve que diseñar, para la materia de Ciencias Sociales y dos grupos de 4º de ESO, sí que incluí la realización de un trabajo de grupo. Se dividió la clase en cuatro grupos y a cada uno se le asignó un tema de la unidad, repartiendo información sobre el mismo a cada alumna para que se lo leyeran en casa, anotando dudas y elaborando un resumen. Posteriormente, a modo del grupo de expertos de la técnica del Romecabezas, tenían que poner su trabajo individual en común y elaborar, entre todas, un resumen y una presentación. Durante esta fase me dediqué a observar a las estudiantes con la ayuda de una rejilla que había elaborado previamente y pude comprobar que trabajaban como se les había pedido, en lugar de dividir el tema en partes y asignar una a cada una. De este modo, aunque en la exposición final, sí que se habían distribuido la información, pude comprobar que todas la habían trabajado puesto que en algunos casos intervenían para ayudar y completar si alguna compañera se perdía durante la presentación. Lo cierto es que, para ser la primera vez que "organizaba" una actividad cooperativa quedé bastante satisfecha con el resultado, aunque sí que me habría gustado disponer de más tiempo para haber trabajado la técnica del Jigsaw completa y entrenar habilidades sociales.

Posteriormente, durante las prácticas de Primaria, me centré en poner en práctica una metodología novedosa para mí, como es la de los Rincones.
En ella cada grupo de alumnos tiene asignada una serie de actividades concretas durante cada clase, con los materiales necesarios colocados en un rincón determinado del aula, que los estudiantes conocen y al que acuden sin necesidad de que se lo indique el profesor, tras consultar en el tablón cuál es el Rincón que les toca. De esta forma los alumnos funcionan de forma bastante autónoma y trabajan cada asignatura desde el desarrollo de las distintas competencias básicas y atendiendo a las inteligencias múltiples.
En este caso la forma de cooperación es distinta. Cada alumno trabaja de forma individual, pero deben colaborar y ayudarse de manera que ninguno se equivoque de rincón, ofreciéndose para recoger los materiales de todo el grupo, para acudir al profesor en caso necesario, para compartir material e incluso para resolver entre ellos las dudas y los conflictos que puedan surgir.
Alguna de las actividades que yo incluí en alguno de los rincones, además, precisaban que los estudiantes, dentro de los grupos, se colocaran por parejas o permitían la colaboración de todo el equipo para resolverlas, como un Hundir la Flota y un sudoku reto.
Me pareció una metodología muy interesante y me encantó cómo fomenta la autonomía de los alumnos,aunque, durante mi estancia en el centro, pude observar que la mayoría de las actividades estaban pensadas para que trabajaran de forma individual, y creo que podría aprovecharse la distribución de los estudiantes en equipos para potenciar el aprendizaje cooperativo.

Por último, en cuanto a mi experiencia laboral, imparto clases extraescolares de inglés a alumnos de cuatro años, por lo que, principalmente, procuro trabajar el desarrollo de habilidades básicas mediante la necesidad de compartir los materiales cuando están sentados en las mesas, la escucha activa en las asambleas, la petición y espera de turno, la petición y oferta de ayuda a los compañeros y la colaboración a la hora de repartir cuadernos, lápices, plastilina... y de recoger. En varias ocasiones he ido asignando el papel de "teacher" a un alumno determinado, rotando hasta que todos lo habían sido y he permanecido en un segundo plano observando y vigilando el cumplimiento de las normas de clase, pudiendo comprobar cómo siempre había alguno que ayudaba al protagonista cuando no recordaba algo.




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